Iniciamos los relatos de los voluntarios de VIDES con la experiencia de un voluntario que hizo un voluntariado de larga estancia en la Sierra Mixe de México.

Llevo varios años colaborando con las Hijas de María Auxiladora en los diferentes proyectos que desarrollan en Zaragoza.

El estar acompañado por salesianas siempre me ha dado la seguridad y confianza que necesitaba para comenzar a soñar en un mundo mejor para todos y todas, en espcial para los que más lo necesitan, que son los que menos tienen.

La decisión de asistir a un campo de trabajo no fue muy díficil, siempre lo había deseado. Comencé yendo durante un mes hace tres años. La experiencia fue muy buena a la vez que dura: dura porque vives la realidad de su día a día, y con ello te das cuenta de la diferencia que hay entre estos dos mundos. Ahí decidí que un mes no era suficiente, y que no quería convertirme en un europe más, que iba a conocer, analizar y sorprenderme de lo pobres que eran ellos, y lo ricos que somos nosotros, con esa frialdad que tenenos, al olvidarnos de todo a los tres meses de venir y contarles a todos por lo que has pasado y lo bien que te han tratado.

Marché dos años más, solo con un miedo: el miedo de no saber trabajar con personas que no eran como yo, y no estar a la altura de las circunstancias.

El primer año trabajé como maestro en el internado de Santa Cruz de Matagallinas, una escuela Salesiana donde estudian alrededor de 160 niños en las secundaria y 160 en la primaria.

El segundo año decidimos desde la prelatura de la Sierra Mixe que sería bueno el que me adentrara un poco más hacia el interior de la sierra. Así fui a Tepantlali, un pueblecito precioso con una gente maravillosa. Allís se creó un centro juvenil con un aforo de 80 o 90 niños y niñas diarios. En el centro se trabajaba una educación integral, desde los problemas al hacer una suma o problemas en una familia por malos tratos hacia alguno de sus miembros.

  • Por enumerar algunas de las cosas que se hacían y que se siguen haciendo en la actualidad, ya que el centro permanece abierto:
  • Asistencia a niños, niñas y mayores con diferentes tipos de minusvalía.
  • Operaciones médicas en hospitales de personas enfermas.
  • Clases de refuerzo escolar.
  • Talleres para niñas, niños y mujeres.
  • Integración social a personas que por causas físicas o psíquicas no gozaban de una vida normal.
  • Acompañamiento y respeto hacia las costumbres y creencias de la población indígena.

 De forma general y sin aburrir mucho, estas fueron algunas de la scosas que se realizaron para y por la gente de la Sierra Mixe. Lo normal sería que ahora dijese lo mal que lo he pasado en los diferentes momentos de mi estancia allí, pero creo que no sería justo por dos razones: la primera, que sí, si comensa el esfuerzo realizado, por todo el cariño que te llevas, que es muchísimo. Y lo segundo lo que he podido sufrir en dos años, ellos lo llevan sufriendo toda la vida.

Solo puedo decir que el miedo que tenía hace poco más de dos años ha cambiado, ese miedo es ahora el llegar aquí, que pasen tres meses y deje de, ya no sólo pensar en ellos, que creo que es imposible, si no que deje de tener, aunque sólo sea por un segundo, la ilusión de volver a estar con ellos, abrazarles y decirles que ya nunca más les voy a dejar solos.

Siento que los quiero demasiado y espero no fallarles.