Tras la experiencia de uno de nuestros voluntarios en el Campo de Trabajo de Tepantlali, en México, volvemos al continente africano para leer el relato de una voluntaria que ha estado en dos de los campos de trabajo que se realizan en Mozambique: Moatize y Namaacha. Que lo disfrutéis su historia a la que ha titulado «Un Gran Regalo»:

Un Gran Regalo

El pasado 17 de julio, aterricé en Mozambique, acompañada por tres voluntarias.
Las maletas iban llenas de material escolar, juegos… pero también responsabilidad, ilusión, miedo ante lo desconocido, alegría…

Ahora, cuando regreso, van llenas de alegría, amistad, nombres, rostros, voces familiares transmitidas por los niños, jóvenes, profesores y hermanas salesianas de Moatize, Maputo y Namaacha.
Los nervios y temores de un principio han desaparecido. He vivido en este poco tiempo “ el ambiente salesiano al estilo africano”.

Recuerdo el asentamiento que hay cerca de la escolinha donde viven muchas familias que han llegado desplazadas de su lugar de origen al comenzar empresas mineras a explotar los nuevos yacimientos de carbón encontrados. Son pequeñas casas de ladrillos de barro con techo de paja o chapa; fuera de la casita, la cocina y un poco más allá, la casa de banho o letrina.


La acogida de las titias (profes de infantil ), las ganas de aprender, de saber y poner en práctica todo lo que con alegría, destreza e ingeniosidad les enseñaban otras voluntarias.
La casa de las hermanas, Sor Emilia y Sor Mª Amelia y las meninas, siempre abierta y ellas disponibles en todo momento. Admiro su capacidad de desdramatizar, su mansedumbre y bondad.


Y como no recordar la “ gran familia de Namaacha” formada por 97 niñas de 3 a 15 años, una comunidad de 5 hermanas, 2 voluntarias eslovenas, 5 portugueses y por otros 3 voluntarios de VIDES. Allí aprendimos a comunicarnos con la mirada, la sonrisa, los gestos… inglés , español y poco a poco en portugués. Donde el juego, el repaso escolar, el momento de oración (la terza)y las demás actividades, hacían que el tiempo transcurriera con ilusión.


Han sido unos días muy intensos en los que cientos de niños y niñas me han transmitido a su manera, con cantos, bailes, risas, caricias… todo el agradecimiento que tienen a los voluntarios de VIDES , que año tras año, a pesar de los muchísimos kilómetros que nos separan, se acuerdan de ellos.

Doy las gracias a los voluntarios y voluntarias que me han acompañado por haber compartido con ellos un poco de “mi vida”, por su sencillez, alegría, amistad, coherencia, generosidad y disponibilidad en todo momento.

¡GRACIAS POR EL GRAN REGALO¡