Tal y como hicimos el año pasado, abrimos nuestra sección «Diarios de un Campo de Trabajo», en el que los voluntarios que han estado este verano en un campo de trabajo organizado por VIDES nos relatan sus vivencias y sensaciones tras la vuelta a casa, después de una pequeña experiencia en un país del Sur.

En esta ocasión, una voluntaria que ha estado en Moatize, Mozambique, nos cuenta su historia, titulada: «Mozambique no está en crisis…¿o si?». Esperamos que la disfrutéis tanto como nosotros:


Mozambique no está en crisis… ¿o si?

María tiene 9 años, es pequeña y pesa 22 kilos. Crecía poco y pensaba que simplemente era pequeña, pero hace un par de años se desmayaba de vez en cuando y se le descubrió un problema de coraçao. Este mes de julio se operó de la válvula mitral en el Instituto do coraçao, en Maputo, gracias a médicos voluntarios europeos. Debe comer bien y lleva las pastillas en una bolsita con sobres donde pone la hora del día a la que debe tomárselas (12, 20 y 22 horas). Este mes ha estado en Maputo cuidada por irmas. Hoy vuelve a Inharrime y sigue con irmas en el orfanato, donde vive con más de 100 niños. Todo el año hay voluntarios.

La madre de Rosa vivía en Macuacua, una aldea cerca de Namaacha. Una irma acercó en coche a su madre al centro de salud más próximo. Allí nació y lleva el nombre de la irma. Cuando nació tenia, como se dice aquí, cuatro cruces de VIH. En términos biológicos es la cantidad de virus que se cuantifican en sangre. Cuatro cruces son muchos virus. Los médicos dijeron que no llegaría a los cuatro años. Su madre no sobrevivió. Comenzó a tomar medicación desde que era un bebe y ahora no tiene ni una cruz. No está curada, porque el virus no desaparece, pero con medicación permanece latente o dormido y se puede llevar una vida normal. Rosa hoy tiene ocho años y pesa por fin 30 kilos. Es despierta, inquieta, alegre y muy muy viva. Va mal en la escuela, es impaciente y no se centra. Ahora vive en Macuacua, debe conocer cómo es la vida real en su poblado, tras pasar gran parte de su vida cuidada por irmas. También tiene una bolsita con la medicación, que no puede olvidar tomar cada día. 

Son las dos últimas meninas que he visto este mes. El sida y las meninas sin padres son una realidad diaria en Mozambique. Conozco casos en España parecidos a los de María o Rosa, conozco niños y adolescentes con realidades igual de difíciles en Europa. Son diferentes situaciones simplemente. Podría haber dedicado este mes a cualquier otra causa justa, yo decidí ir a Mozambique. 

Se podría hablar de mil diferencias entre Mozambique y España. Aquí van algunas curiosas: 

La carretera, unos tres kilómetros, que todos los días recorríamos para ir a la escolinha tenía baches, muchos baches. Irma Emilia ya los conocía y los esquivaba. No hay arcén pero hay mucha gente andando por los márgenes. Entiendes por qué los que ganan en atletismo son siempre corredores africanos. Hay muchos Gebreselassie por allí (Haile Gebreselassie atleta etiope campeón olímpico).  

No hay buses de transporte escolar. Tu madre te trae andando, si tienes suerte y tu familia tiene moto, vienen tres meninos encima de una, o llegas en el coche del vecino que acerca a la escuela a todo el barrio. Si no tienes padres, tienes avos o tíos o te cuida un vecino. Por que en Mozambique, dicen, todo el mundo tiene familia.  

Las crianzas de la escolinha almuerzan, como en España, solo que aquí es un plato de arroz con frijoles que todos los niños de tres a cinco años comen y acaban solos. ;

Es difícil hacer un puzzle. Cuando dejas las piezas en la mesa, cada uno coge todas las que puede y es complicado que las devuelvan. ¿Quien construye un puzzle así?

Los titios, maestros de la escolinha, deben hacer a mano las fichas de sus alumnos. No hay fotocopiadora en el colegio e ir fuera es caro. Tampoco hay ningún ordenador, ni en el despacho de dirección. Este mes de julio llego la energía, la corriente eléctrica, y se puso una película de dibujos a los meninos. Imaginad sus caras: nadie respiró.  

Aquí la escolarización es obligatoria a los seis años. Hay niños que hasta ese momento nunca han hablado portugués, hablan nyngue en sus casas, y nunca han cogido un lápiz. Los meninos de la escolinha, con tres años, son afortunados de poder tener una pintura y un lápiz tan pronto.

La clase de cuatro años tiene 44 alumnos. La cuarta clase de irma Amelia tiene 48 alumnos de nueve a diez años. Eso sí, todos los días tras cantar el himno de Mozambique, dicen al unísono: “Bom dia senhora profesora”.

Por la tarde hacíamos oratorio, juegos varios, en el barrio donde vivíamos. Los niños de aquí se vuelven locos por una bola, balón, como en Huesca. La diferencia es que la mayoría van descalzos y con la misma camiseta rota toda la semana.

En Europa estamos en crisis. ¿En serio? En Mozambique supuestamente, no. ¿O sí?
Algunos datos, quizás, pueden ayudar a pensar:

Un titio en Mozambique gana 75 euros.

El material escolar, cuentos o tijeras, tienen el precio de Europa.

Una cerveza en un bar cuesta 50 meticais, alrededor de 1,3 euros.

El arroz y la harina de maíz son baratos, un montoncito de cinco o seis bananas cuesta 10 meticais (0,3 euros) pero pollo se come pocos días, una vez a la semana si llega.

Cada uno puede sacar su conclusión.

¿He aprendido cosas? Supongo que sí.

Que tenemos muchas cosas, algunas muy prescindibles, y de todo todo lo necesario.

Que nos quejamos de todo, o casi todo.

Que vivimos en el mundo de los ricos, aunque nos cueste reconocerlo, seamos interinas o panaderas tenemos mucho más de lo necesario para vivir.

Que tenemos poder, precisamente por algo tan relativo como tener dinero.

Y que tenemos la suerte, por puro azar, de haber nacido en un país desarrollado, en una familia que pudo cuidar de nosotros.

Que no nos acordamos NUNCA o casi nunca de que somos afortunados

Que cuando te parece que algo está lleno, aún caben diez personas más.

Que se puede vivir sin hablar con los que te quieren, porque a la vuelta los que te quieren siguen allí.

Que a todos nos gusta que nos valoren y que nos digan que hoy nos hemos portado bien: con 3 o 83 años.

Lo rentable que puede ser un mes, y cuantos meses habré perdido en mi vida: llorando o pensando.

He aprendido a hacer pulseras de abalorios, creo que no lo he olvidado…

Pero sobre todo lo importante que es SONREIR.

Las irmas sonríen todo el tiempo, no solo las mozambiqueñas, las españolas también. Y las meninas sonríen y mucho. María y Rosa ríen cuando chapurreo portugués-español.
No me gusta dar consejos, pero hoy si lo voy a hacer:

Sed felices y sonreír, aunque estemos en crisis, hay que reír para vivir.

Firmado: una voluntaria Vides

PD: Nada de lo aquí contado es inventado, los personajes e historias son reales.
Todo ocurrió durante julio de 2012. Simplemente, viví un mes en África.