Bajo el lema “Por un mundo digital inclusivo: innovación y tecnología para la igualdad de género”, el Día Internacional de las Mujeres de 2023 hace incidencia en cuestiones que hoy en día son esenciales para garantizar la igualdad de género. Las tecnologías ofrecen numerosos recursos, pero también evidencia una creciente brecha de género: el diferente acceso de mujeres y hombres a los recursos digitales y a la toma de decisiones respecto a qué tipo de tecnología desarrollar y con qué fines, desemboca en un aumento de las desigualdades sociales y económicas.
Por otra parte, las mujeres sufren altos niveles de violencia digital; el ciberacoso y el asedio sexual forman parte de este tipo de violencias. A ellas, se suma la captación de mujeres para redes de trata, especialmente aquellas que provienen de contextos más vulnerables. Esta situación provoca, además, que muchas mujeres se desconecten y, por tanto, se perpetúe e incluso se amplíe la desigualdad entre géneros.
Esta desigualdad se agrava cuando se suman múltiples discriminaciones como la situación socioeconómica, el nivel de educación, la etnia, la edad, la orientación sexual (población LGTBIQ+) o alguna discapacidad. Mientras que en los países más ricos el 87% de la población utiliza internet, más de 380 millones de mujeres y niñas viven en situación de extrema pobreza sin acceso a recursos básicos como la electricidad. Los conflictos armados que hoy en día están activos también impiden que accedan a la educación o a recursos tecnológicos.
A ello se añade que las tecnologías digitales emergentes siguen estando ampliamente desreguladas y no existen obligaciones suficientemente rigurosas para los prestadores de servicios. Resulta imperativo establecer una reglamentación adecuada que garantice la protección de los datos personales y la rendición de cuentas por aquellas expresiones y contenidos que vulneren los derechos humanos o inciten al odio, la discriminación o la violencia, incluida la violencia de género
Tecnologías como aliadas
A pesar de tal contexto, es necesario destacar el importante papel que han jugado las tecnologías en la defensa de los derechos de las mujeres en todo el mundo (detrás de las tecnologías hay personas, mujeres, hombres y colectivos sociales que abogan por un uso que garantice los derechos humanos). La participación de mujeres en las iniciativas sociales online ha supuesto la construcción de propuestas al servicio del bien común desde enfoques feministas y antirracistas. Mujeres de Asia, Europa, África, América han puesto en el centro la necesidad de sostener la vida y cuidar el planeta. El acceso a los recursos tecnológicos ha sido esencial en importantes victorias feministas de los últimos años: #MeToo en Estados Unidos, #Noesno y #Yositecreo en España, #AbortoLegalYa y #Niunamenos en Argentina, #BringOurGirlsBack en Nigeria o #Mahsaamini en Irán.
Estas y otras campañas en redes sociales han dado visibilidad a las violencias que sufrimos las mujeres y han creado espacios en los que poder hablar de ellas, aprender a identificarlas y comprobar que no estamos solas ni son hechos aislados. También se han creado múltiples canales de denuncia de violencias y discriminación que han frenado este tipo de prácticas. Muchas de estas campañas han contribuido a generar la presión social necesaria para alcanzar cambios legislativos, como han sido la legalización del aborto en Argentina o la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual en España. Esto demuestra que el feminismo es capaz de cambiarlo todo.
Por otro lado, aunque existen herramientas tecnológicas para denunciar casos de violencia o discriminación de género que han ayudado a muchas personas para su protección, se ha de promocionar su conocimiento y utilización mediante campañas continuas, además de mejorar la facilidad de uso, el anonimato completo y la actuación inmediata en casos de violencia.
La cooperación debe hacer su parte
Todos estos hechos evidencian la necesidad de una cooperación internacional fuerte, que promueva la igualdad de género en todos sus ámbitos de actuación y que aborde de manera holística el momento de crisis y reacción antifeminista que enfrentamos. La nueva Ley de Cooperación aprobada por aplastante mayoría en el Congreso es una buena oportunidad para ello: calificada como feminista, debe demostrar ahora que realmente lo es más allá del papel.
Es esencial poner a disposición recursos digitales al servicio de la Agenda 2030; se debe garantizar una perspectiva feminista en la tecnología, la innovación y la educación; debe protegerse a mujeres y niñas de las ciberviolencias y promover su acceso a estos recursos y a empleos en los sectores tecnológicos, en los que sufren una grave infrarrepresentación. En sentido es fundamental velar porque la financiación de todas las políticas y programas digitales nacionales e internacionales, las becas de investigación y la contratación pública integren sistemáticamente el análisis de género, los objetivos y la recopilación de datos desglosados.
Un año más nos sumamos a millones de mujeres que en todo el mundo exigen libertad, igualdad y justicia. Animamos a participar en las movilizaciones que se desarrollarán estos días en todo el territorio español. El feminismo es capaz de cambiarlo todo.