Seguimos mostrando lo que nos relatan los voluntarios que este año han tenido la oportunidad de participar en un campo de trabajo, en esta ocasión, una voluntaria que estuvo en México nos cuenta su experiencia:

Nunca antes había hecho un viaje como éste, no solo a nivel físico (recorrerse el Atlántico no es moco de pavo) sino a nivel personal. Yo había estado sopesando realizar una experiencia de voluntariado en otro país desde hacía mucho tiempo, y por fin me había decidido a hacerlo. Jamás me arrepentiré; de hecho, se que éste es el comienzo de unos cuantos veranos más cambiando las comodidades de mi vida cotidiana por realidades más duras que te abren los ojos y no te dejan indiferente.

Cuando otra voluntaria y yo cogíamos el avión hacia México DF, los nervios inundaban todo y aunque nos habían contado lo que íbamos a encontrar no teníamos ni idea de lo que íbamos a vivir. Después de varios trasbordos, llegábamos a Tepatlali, un pueblecito de la sierra Mixe donde todos nos estaban esperando con los brazos abiertos, nunca antes mi sola presencia había causado tanta expectación, y lo que más me chocó fue sin duda, nada más llegar, la arquitectura del lugar, humilde, extrema y a la vez cargada de colores…los primeros días todo era una novedad, desde los desayunos picosos hasta el vocabulario que empleábamos, es curioso, como muchas veces aún hablando el mismo idioma no es tan fácil comprendernos…pero poco a poco otras formas de comunicación se hicieron esenciales: las sonrisas, los abrazos, las risas, los bailes…suplían las carencias que a veces el lenguaje verbal dejaba.

Lo más sorprendente es la capacidad de sorpresa que tienen y su sentido de comunidad, nadie se queda fuera, me sentí acogida desde el primer momento, nunca me sentí rechazada, algo que deberíamos aprender aquí, nosotros que vamos de civilizados y se mira al extranjero como intruso muchas veces…(Estos son aspectos que ahora me afectan más de la sociedad en la que vivimos).

El tiempo en Tepa es relativo, se mide por los acontecimientos que se suceden en la comunidad; las clausuras del curso escolar, la despedida del Padre, las fiestas, los cumpleaños….pero todos a una, aunque haya machismo y gran diferenciación de roles, asombra su capacidad oraganizativa; aún estoy alucinada con las mujeres (auténticas guerreras) levantándose antes del alba para hacer la comida para todo el pueblo, con una sonrisa y sin protestar.

Lo más difícil para mí fue acostumbrarme a las reglas sociales no explícitas que están presentes y que no controlamos. Hace poco tuve una conversación con un amigo en la que hablábamos de la inmigración, el afirmaba no estar en contra aunque hablaba de la falta de integración, como que no hacían nada por integrarse al venir a nuestro país, ahí es donde me di cuenta lo que me había cambiado este verano; le contesté que intentara ponerse en su lugar, que no es nada fácil llegar de nuevas y entender todas las normas sociales, ya que es algo que damos por hecho que es común a todas las culturas, y afortunadamente no es así. Como dato anecdótico comentaré que yo no llevaba bien que me preguntasen la edad, el peso y hasta cuanto cobro de salario, algo que aquí en España se considera de muy mal gusto preguntar y que allá no toma ese sentido.

La experiencia me ha marcado, y más de lo que pensaba: iba con la idea de aportar y sinceramente me llevo mucho, mucho.

Me he sentido muy plena sin tener ningún lujo y ahora no sabéis lo que aprecio un plato de comida caliente o poder ducharme descalza y poder regular el agua. He reflexionado un montón sobre mi misma y sobre el sentido de la vida (ya que suena a rayada mental, pero lo necesitaba) y ahora la vida me la tomo más tranquila, no me preocupa el futuro porque el presente es muy bueno. En México me han enseñado a disfrutar y ser feliz, a sonreir todos los días, a apreciar la vida…en definitiva, solo puedo contar aspectos positivos de mi experiencia. Porque aunque me picaron los “zancudos” y el picante me dejó las tripas a la “virulé”, repetiría sin dudarlo.

Una experiencia inmejorable, que se hizo corta y que ahora me motiva a seguir conociendo otras realidades…se que volveré a México pero de momento ya tengo la ilusión de vivir el próximo verano África.